Celebramos el Domingo de Pentecostés con el que concluye el Tiempo Pascual. Jesús envía desde el Padre el Espíritu Santo prometido a sus discípulos. «No os dejaré huérfanos». «Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros». (Jn) «El Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.» (Jn)
La fuerza de su Espíritu nos es dada y nos envía a dar testimonio gozoso de la Resurrección del Señor, como a aquellos discípulos que, si bien por miedo estaban escondidos al principio, después proclamaban con fuerza que Jesús está vivo.
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.» (Jn)
VEN, OH ESPÍRITU, MORA EN MI CORAZÓN Y LLÉNALO DE TUS DONES PARA TENER LOS MISMOS SENTIMIENTOS DE JESÚS.
Poema de San Juan de la Cruz al Espíritu Santo, al que se dirige llamándole «Llama de amor viva». Tanto el poema como el comentario fueron compuestos por él en el convento de Los Mártires de Granada, en 1584 (o 1585), mientras era vicario provincial de Andalucía. Fueron escritos en quince días, a petición de Ana de Peñalosa, una de sus hijas espirituales preferidas.
Llama de amor viva.
¡ Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro !
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres ;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡ Oh cauterio suave !
¡ Oh regalada llaga !
¡ Oh mano blanda ! ¡ Oh toque delicado !
Que a vida eterna sabe
y toda deuda paga ;
matando, muerte en vida la has trocado.
! Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido !
! Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras !