Un corazón ocupado por el afán de poseer, es un corazón lleno de este anhelo de poseer pero vacío de Dios. Por ello Jesús advirtió en más de una ocasión a los ricos, porque es grande su riesgo de poner su propia seguridad en los bienes del mundo, y la seguridad definitiva está en Dios. En un corazón poseído por las riquezas, todo está ocupado por las riquezas, no hay sitio para la fe. Si, en cambio, se a Dios el sitio que le corresponde, es decir, el primero, entonces su amor conduce a compartir también las riquzas, a ponerlas al servicio de proyectos de solidaridad y de desarrollo, como demuestran tantos ejemplos, incluso recientes, en la historia de la Iglesia. Y así la Providencia de Dios pasa a través de nuestro servicio a los demás, nuestro compartir con los demás.
Papa Francisco 2 de marzo de 201,4