San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78,2-3
14. Esta parábola se aduce contra aquéllos que no sólo con dinero, sino ni aun con palabras, ni de ningún otro modo quieren ser útiles a sus prójimos, sino que todo lo ocultan. Por eso que dice: «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda…»
19. «Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.» Nota que el Señor no exige inmediatamente la cuenta, para que admires su longanimidad; y a mí me parece que encubriendo simuladamente el tiempo de su resurrección, dijo esto.
21. «Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel…”» Siervo bueno, porque se refiere a la caridad con el prójimo; y fiel, porque no se apropió nada de lo que a su Señor pertenecía.
«… entra en el gozo de tu señor.» Esta es la expresión de toda bienaventuranza.
29. «Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.» El que tiene el don de la predicación y de la doctrina para aprovechar, pierde estos dones si no usa de ellos; pero el que los cultiva atrae otros mayores.
30. El siervo malo no sólo es castigado con el daño, sino también con la pena intolerable y la acusación y denuncia. Por eso sigue: «Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Advierte que no solamente es castigado con la última pena el que roba lo ajeno y obra mal, sino también el que no practicó el bien.