Dichosos los que viven en tu Casa.

«Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es la casa de Dios donde se invoca su Nombre, del cual está escrito: Mi Nombre habitará allí, dice el Señor». (Del Oficio de la Dedicación de una Iglesia.)

Es hermoso el Oficio que rezamos este día de Solemnidad. Recordamos el día que se consagró nuestra Iglesia. El Templo de Dios es casa de oración, y el Templo de Dios somos nosotros. Su edificación es la nuestra. Importa poner el cimiento y la piedra angular es Cristo.

«Señor, tú que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia: escucha la súplicas de tu pueblo y concédenos que, en este lugar, sepamos ofrecerte siempre un servicio digno y obtengamos de ti una redención cada vez más plena. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén. (Oración de la liturgia).