SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

Es un evangelio que nos avisa cuál puede ser nuestro futuro, cuál el fin de nuestra vida, pero al mismo tiempo es un evangelio que nos debe provocar gran alegría porque el Rey no es el que demuestra más poder o el que demuestra más fuerza, sino el que muere en la cruz porque escucha obediente la palabra del Padre y nos ama con un amor que quiere sanar y limpiar nuestras heridas.

La grandeza de Jesucristo, su reinado no está en el poder y la fuerza, sino en la misericordia, el servicio a los demás,  el cuidado de los más necesitados.

La bondad, la misericordia, la compasión siempre vencen al mal, son más poderosos que él. Ahí está el reinado de Cristo, así derrrota Jesucristo a sus enemigos.

Señor, dános tu Espíritu para que sepamos imitarte en tu «poder».

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo A)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 78,2-3

14. Esta parábola se aduce contra aquéllos que no sólo con dinero, sino ni aun con palabras, ni de ningún otro modo quieren ser útiles a sus prójimos, sino que todo lo ocultan. Por eso que dice: «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda…»

19. «Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.» Nota que el Señor no exige inmediatamente la cuenta, para que admires su longanimidad; y a mí me parece que encubriendo simuladamente el tiempo de su resurrección, dijo esto.

21. «Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel…”» Siervo bueno, porque se refiere a la caridad con el prójimo; y fiel, porque no se apropió nada de lo que a su Señor pertenecía.

«… entra en el gozo de tu señor.» Esta es la expresión de toda bienaventuranza.

29. «Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.» El que tiene el don de la predicación y de la doctrina para aprovechar, pierde estos dones si no usa de ellos; pero el que los cultiva atrae otros mayores.

30. El siervo malo no sólo es castigado con el daño, sino también con la pena intolerable y la acusación y denuncia. Por eso sigue: «Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

Advierte que no solamente es castigado con la última pena el que roba lo ajeno y obra mal, sino también el que no practicó el bien.

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo A)

Santa Teresa-Benedicta de la Cruz [Edith Stein], religiosa OCD

Escritos: La mujer y su destino

«¡Que llega el Esposo! Salid a su encuentro» (Mt 25,6).

La unión del alma con Cristo es diferente de la comunión entre dos personas terrestres: empieza con el bautismo y se refuerza constantemente con los demás sacramentos; es una integración y una inyección de sabia –como nos lo dice el
símbolo de la vid y los sarmientos (Jn 15). Esta unión con Cristo comporta un acercamiento de cada uno de los miembros con todos los demás cristianos. Así la Iglesia toma la figura de Cuerpo místico de Cristo. Este Cuerpo es un cuerpo viviente y el espíritu que lo anima es el espíritu de Cristo, el cual, partiendo de la cabeza se desliza hacia todos los miembros; el espíritu que emana de Cristo es el Espíritu Santo, y la Iglesia es, pues, el templo del Espíritu (cf 1C 6,19).

Pero, a pesar de la real unión orgánica de la cabeza y del cuerpo, la Iglesia se mantiene al lado de Cristo como una persona independiente. Y como Hijo del Padre eterno, Cristo vivía ya antes del principio de los tiempos y antes que existiera la existencia humana. Por el acto de la creación, la humanidad vivía ya antes que Cristo tomara su naturaleza y fuera integrado a ella. Por su encarnación le trae su vida divina. Por su obra de redención, la ha hecho capaz de recibir la gracia… La célula primitiva de esta humanidad rescatada es María: es en ella que, por primera vez, tiene lugar la purificación y la santificación a través de Cristo, ella es la primera que ha quedado llena del Espíritu Santo. Antes que el Hijo de Dios naciera de la Virgen santa, creó a esta Virgen llena de gracia y, en ella y con ella, a la Iglesia. Y es por eso que, siendo una criatura distinta de él, se mantiene a su lado, aunque indisolublemente unida a él.

Toda alma purificada por el bautismo y elevada al estado de gracia es, por esto mismo, creada por Cristo y nacida para Cristo. Pero es creada en la Iglesia y nace por la Iglesia… Por eso la Iglesia es la madre de todos aquellos a quienes está destinada la redención. Lo es por su unión íntima con Cristo y porque se mantiene a su lado en calidad de ‘Sponsa Christi, Esposa de Cristo, para colaborar en su obra de redención.

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo A)

TERESA DE CALCUTA

El Amor más grande: Mi secreto es muy sencillo: La oración

«El que se humilla será enaltecido» (Mt 23,12)

No creo que haya nadie que necesite tanto de la ayuda y gracia de Dios como yo. A veces me siento impotente y débil. Creo que por eso Dios me utiliza. Puesto que no puedo fiarme de mis fuerzas, me fío de Él las veinticuatro horas del día. Y si el día tuviera más horas más necesitaría su ayuda y la gracia. Todos debemos aferrarnos de Dios a través de la oración. Mi secreto es muy sencillo: La oración. Mediante la oración me uno en el amor con Cristo. Comprendo que orarle es amarlo…

La gente está hambrienta de la palabra de Dios para que les dé paz, unidad y alegría. Pero no se puede dar lo que no se tiene, por lo que es necesario intensificar la vida de oración.

Sé sincero en tus oraciones. La sinceridad es humildad y ésta solo se consigue aceptando las humillaciones. Todo lo que se ha dicho y hemos leído sobre la humildad no es suficiente para enseñarnos la humildad. La humildad solo se aprende aceptando las humillaciones, a las que nos enfrentamos durante toda la vida. Y la mayor de ellas es saber que uno no es nada. Este conocimiento se adquiere cuando uno se enfrenta a Dios en la oración. Por lo general, una profunda y ferviente mirada a Cristo es la mejor oración: yo le miro y Él me mira. Y en el momento en que te encuentras con Él cara a cara adviertes sin poderlo evitar que no eres nada, que no tienes nada.