Es un evangelio que nos avisa cuál puede ser nuestro futuro, cuál el fin de nuestra vida, pero al mismo tiempo es un evangelio que nos debe provocar gran alegría porque el Rey no es el que demuestra más poder o el que demuestra más fuerza, sino el que muere en la cruz porque escucha obediente la palabra del Padre y nos ama con un amor que quiere sanar y limpiar nuestras heridas.
La grandeza de Jesucristo, su reinado no está en el poder y la fuerza, sino en la misericordia, el servicio a los demás, el cuidado de los más necesitados.
La bondad, la misericordia, la compasión siempre vencen al mal, son más poderosos que él. Ahí está el reinado de Cristo, así derrrota Jesucristo a sus enemigos.
Señor, dános tu Espíritu para que sepamos imitarte en tu «poder».